Con una mano tomó miles de rublos de los pobres y con la otra regresó un par de kopeks.
Leo Tolstoy, Qué Hacer Entonces?
Filántropo y monopolista que niega serlo. Benefactor que desparrama riqueza y plutócrata que la acumula. El que devuelve dinero con una mano y lo extrae con otra. Desplegando dos caras que miran en direcciones opuestas como Jano, el Dios de la mitología romana. Carlos Slim, Dios dual del capitalismo disfuncional que le ha permitido llegar a la posición privilegiada que ocupa y asegurar que nadie, y menos el Gobierno, pueda desplazarlo de allí. A punto de aparecer nuevamente en la lista Forbes como uno de los hombres más ricos del mundo, con una fortuna estimada de 55 mil millones de dólares que ha crecido 66 por ciento en el último año. A punto de anunciar que devolverá una quinta parte de ella. Dos eventos que podrían parecer una coincidencia pero probablemente no lo sean. Dos eventos que ilustran la dualidad del Sr. Slim y su efecto cuestionable sobre el país. Como pregunta la revista Business Week en el artículo “Slims Big Giveaway”: “Qué haces si eres el empresario más poderoso de México y pararrayos de la crítica? Regalas mucho más de tu dinero”. Y eso es lo que planea hacer, con donativos de 6 mil millones de dólares a las Fundaciones Carso y Telmex; con la creación de tres institutos para la salud, la educación y el deporte; con un énfasis mucho más visible en su responsabilidad social. “A eso se va a dedicar el ingeniero los próximos cuatro año: A la filantropía y a IDEAL, la compañía que ha creado para invertir en infraestructura de manera rentable”, explica Arturo Elías, ejecutivo de Telmex. Y niega que este nuevo empuje filantrópico tenga algo que ver su lugar en la lista Forbes o con el clamor creciente en contra de los monopolios y los abusos que cometen.
Pero es difícil pensar que no es así. Si antes Carlos Slim era “el verdadero innombrable”, en tiempos recientes se ha vuelto el consistentemente criticado. En estudio tras estudio, en columna tras columna, en conferencia tras conferencia. Lo dicen Guillermo Ortiz y la OCDE y el Banco Mundial y el Economist Intelligence Unit y la ONG “Al consumidor” y muchos más aunque teman hacerlo públicamente: México está maniatado por sus monopolios y el que Slim ha logrado establecer en el ámbito de las telecomunicaciones es quizás el más notorio. El más contraproducente. El que más inhibe la competitividad y los beneficios que conlleva. El que más rentas extrae de los consumidores y los ordeña. Y si hace un año este era un tema del cual se hablaba en voz baja, hoy se discute y en términos cada vez peores para Telmex/Telcel. Por ello aumenta la presión para que el Gobierno de Felipe Calderón haga algo al respecto.
Carlos Slim, el que da
En respuesta, el Sr. Slim ahora se empeña en regresar una porción de lo que tomó, lo cual intrínsecamente no tiene nada de malo. Al contrario, la filantropía debe ser aplaudida. Las 95,000 bicicletas que ha donado, los 70,000 anteojos que ha pagado, las 200,000 cirugías que ha financiado, las 150,000 becas que ha otorgado deben ser celebradas al margen de los objetivos mixtos que probablemente motiven al Sr. Slim: aparecer como un hombre virtuoso a un costo relativamente bajo, prevenir las reformas regulatorias que se comienzan a exigir, comprar una póliza de seguros contra la redistribución de la riqueza que ha acumulado, desactivar las críticas en torno al enriquecimiento excesivo basado en la obstaculización de la competencia, limpiar su reputación a través de un legado que nadie podría cuestionar. Todo aquello que - en su momento - llevó a Bill Gates a donar 31 mil millones de dólares de su fortuna personal y crear la Fundación Bill y Melinda Gates. Todo aquello que - el año pasado llevó a Warren Buffet a donar 37 mil millones de dólares para apoyarla.
Cantidades mucho más importantes de su propio dinero que ambos, los dos hombres más ricos del mundo, estuvieron dispuestos a invertir. Cifras mucho más grandes de las que el Sr. Slim pronto va a anunciar. Pero peor aún, el empuje filantrópico que promueve estará basado en un mecanismo que podría generar incentivos perversos. Porque como describe Arturo Elías de Telmex, el financiamiento a las fundaciones va a estar basado en acciones de IDEAL. “Mientras mejor le vaya a IDEAL, mejor le irá a las fundaciones”, dice. En pocas palabras, parecería que el Sr. Slim está pensando en una filantropía condicionada a su capacidad para continuar expandiendo su alcance y su predominio. Una filantropía a modo, condicionada a su capacidad para conseguir concesiones del Gobierno para la construcción de carreteras y plataformas petroleras y puertos y puentes. Una filantropía for profit que corre en sentido contrario de lo que busca - supuestamente -- promocionar: La donación altruista y la contribución desinteresada.
Columna completa en El Mañana de reinosa.
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